Cataratas del Niágara. Las cascadas más famosas del mundo.

Para ser sincera con todos, no recuerdo mucho el pueblo donde están las famosas cataratas, trato y trato de recordar, pero no logro visualizar el lugar donde dormí.

Porque sólo recuerdo que llegué durante la noche con la idea metida en la cabeza de ver las cascadas iluminadas; y de ir caminando por el parque, bordeando las irrespetuosas aguas del río Niágara hasta encontrarme de frente con aquel espectáculo natural indescriptible.

Las cataratas del Niágara son un pequeño grupo de grandes cascadas situadas en el río Niágara en la zona oriental de América del Norte, en la frontera entre los Estados Unidos y Canadá.

Comprenden tres cataratas: Las «cataratas canadienses» (Ontario), las «cataratas americanas» (Nueva York) y las más pequeñas, las «cataratas Velo de Novia». Aunque no tienen gran altura, son muy amplias y las más voluminosas de América del Norte.

Son un sitio de turismo compartido por las ciudades de Niagara Falls (Estado de New York) y Niagara Falls (Ontario). Miden aproximadamente 60 metros de alto, y por segundo, descienden cerca de tres cuartos de millón de galones de agua.

Llegué a las cataratas por el lado estadounidense una noche cualquiera directamente a ver el espectáculo natural. Al llegar a la orilla del río Niágara, Ontario, al frente, se veía simplemente majestuoso con las luces de sus edificios iluminando la noche canadiense. En el lado estadounidense no había tanta fastuosidad, más bien el pueblo de Niagara Falls era, sólo eso…un pequeño pueblo del estado de Nueva York.

Pero este aspecto se vuelve irrelevante cuando observas las cataratas iluminadas que parecen danzar a medida que las luces cambiaban de color. El rojo y el verde les daban un tono de espectacularidad que embelesaba a todos quienes admirábamos en ese minuto las famosas caídas de agua.

De día el show era distinto, todos buscábamos el lugar más cercano a las cascadas. La mejor idea hubiese sido volar en brazos de Superman, así como aparece en una escena de la ya mítica “Superman II”.

Demás está decir que no encontré al Hombre de Acero, asi es que llegué caminando por el Niagara Falls State Park. Desde lejos se siente el sonido de las cataratas y se observa la llovizna que se forma cuando el agua cae al vacío, elevándose por sobre la arboleda del parque.

Y cuando llegas, ¡Qué bella es la naturaleza! No puedes más que respirar y admirar, aunque debo confesar que la visual desde Canadá debe ser mucho mejor, pero sin visa, no había ninguna posibilidad de pasar la frontera.

Sin embargo, el “gringo” si no tiene la vista perfecta desde su sector, inventa algo y entonces construyó un puente que llega hasta la mitad del río, desde donde se pueden apreciar las cataratas en su magnitud y varios senderos por los cuales llegas casi a tocar el agua del Niágara.

El paseo en barco no alcanzaba para el bolsillo (es la atracción más visitada), y tomé el tour “Cave of the Winds”, donde mediante un ascensor, bajas 53 metros para acceder al famoso Salto “El velo de la novia”.

Al pagar tu entrada te entregan un impermeable amarillo y unas sandalias de goma, con los cuales te ves prácticamente ridículo, pero ayudan a protegerte del agua; aunque sólo en parte, porque al acercarse a la cascada tus pies se sumergen, y parece que cayera sobre ti una lluvia torrencial.

La espalda llega a doler cuando estás más cerca y el viento que se produce cuando cae el agua, hace que sientas miedo y no sigas ascendiendo por temor a salir volando. Iba con la cámara filmadora, pero grabé sólo mis gritos. Me embargaba una sensación extraña, entre alegría, nervios y adrenalina.

Sé que los que conocen Iguazú podrán decir que las sudamericanas son más grandes e impresionantes, pero para quien en su vida sólo había visto el Salto del Laja (pequeñas cascadas en la Región del Bío Bío de Chile) fue un viaje inolvidable, además hasta podría asegurar que sin ser las más grandes ni las más altas del mundo, seguro son las más famosas.